El paso de los años hace mella en la piel: aparecen arrugas, se pierda grasa y se vuelve delgada y quebradiza. Para ello, se os propone en este post una serie de pasos a seguir para su cuidado y mantenimiento saludable.

En primer lugar, es importante tener en cuenta que con la edad la higiene o el aseo personal es más delicado, por lo que tras la ducha es necesario secar correctamente la piel con una toalla de algodón y después hidratar bien todo el cuerpo. El tener hidratada la dermis, evita que se hagan heridas por sequedad y/o rozaduras. Se recomienda el uso de cremas o aceites bajos en alcohol o lo más natural posibles (como la crema de almendra o de aloe vera que, además, permite la cicatrización rápida de la piel).

La alimentación también es un factor que incide en el cuidado de la piel, por lo que la ingesta de 5 a 7 piezas de fruta diarias es una alternativa más para hidratar la piel. Además, se ha de beber agua de manera frecuente, en pequeños sorbos y de manera continuada a lo largo del día.

Como es bien sabido, el sol puede ser beneficioso para la salud, pero el broncearse o pasar demasiadas horas expuesto al sol puede ser perjudicial (por ejemplo, la aparición de manchas e incluso cáncer de piel), sobre todo en las horas fuertes de sol, al medio día. Por lo tanto, es importante utilizar cremas de alta protección solar cada 2 horas y evitar la exposición solar de manera prolongada.

Además del sol, los lugares con mucho viento o con aire muy seco pueden resecar la piel y hacer que pierda sus propiedades naturales.

Las rozaduras o bien por el calzado o bien por el tejido de la ropa hace que aparezcan heridas que, con la piel delicada de las personas mayores puede convertirse en una herida grave o úlcera, ya que, como se ha dicho al principio, la piel de los/as mayores es delicada, delgada y quebradiza. Para evitarlas, es conveniente utilizar calzado cómodo y holgado, y tejidos de algodón. En el caso de ya se tengan heridas o rozaduras, las cremas protectoras son de rápida absorción y actúan de manera inmediata.

Por último, estrés del día a día o los malos hábitos como el tabaco, el alcohol o la comida procesada no sólo afectan gravemente a la salud sino también a la piel y su cuidado.