Casi la mitad de las personas mayores de 65 años declara que su actividad principal en el día está relacionada con el ocio. Esta realidad no debe entenderse per se como positiva ya que si el ocio no se entiende como un espacio para el desarrollo mental, físico y emocional del adulto mayor ese tiempo estará perdido y no contribuirá a un envejecimiento activo y sano.
La cultura del tiempo libre ha evolucionado con el paso de los años y ha adquirido un papel fundamental en la sociedad actual. Sin embargo, la mayoría de personas ancianas en la trayectoria de su vida no tienen dicha concepción. Para ellos éste es un espacio residual que llenar con cualquier pasatiempo. En general se encuentran perdidos sin una verdadera capacidad de elección sobre su espacio de ocio.
Hay que tener en cuenta que nuestros ancianos de hoy constituyen la primera generación que llega a la vejez con una alta esperanza y calidad de vida, pero no saben cómo actuar.
Tras la jubilación el mayor tiempo de ocio es entendido como un fracaso. En ese punto hay que hacer ver a la persona el gran abanico de posibilidades que le ofrece disfrutar de otro tipo de actividades.
El ocio se puede dividir en cinco tipos, según apunta el Observatorio de personas Mayores del Imserso. La clave es perseguir una armonía y equilibrio entre todos ellos.
1) El sedentario:
En él se incluyen todas las actividades relacionadas con los medios de comunicación, como ver revistas, escuchar la radio, ver la televisión. Siendo esta última la actividad estrella que incluye al 100% de la población. El exceso de este tipo de ocio se suele dar en las personas mayores con menor nivel formativo que viven solas y con núcleos familiares reducidos.
Es precisamente por este último motivo que este tipo de ocio no se hace de manera voluntaria, sino por las circunstancias personales del anciano.
2) El doméstico:
Este ocio requiere de cierto dinamismo y son más frecuentes en mujeres. Coser, hacer manualidades o cuidar del huerto. Es imprescindible para el desarrollo del propio individuo, siempre y cuando no se conviertan en una obligación.
3) El social:
Relacionarse con amigos, familia o compañeros refuerzan la esfera emocional de las personas mayores y su contacto con el mundo real. Desde ir a la Iglesia, hasta acudir a un centro de ancianos o realizar actividades en familia contribuyen a ello. Siempre, sin que ello ocupe la mayor parte del espacio privando de tiempo para uno mismo.
4) El saludable:
Uno de los más importantes, y sin duda el más olvidado. Una persona anciana no debe tener la agilidad de un joven, pero sí deber estar en forma y cuidar su alimentación. Sin
volverse una obsesión, deben hacer todo lo posible por reservar tiempo para pasear, el baile o practicar algún deporte acorde a su condición física.
5) El de aprendizaje:
‘Nunca es tarde cuando la dicha es buena’ Es exactamente la prescripción de esta clase de ocio. Además de ser objeto de desarrollo personal el aprendizaje continuo, es esencial para que el anciano se pueda desarrollar con normalidad en el mundo moderno. Desde aprender a utilizar a mandar un mensaje en el móvil a utilizar el ordenador o actividades más complejas, según el nivel de formación previo del anciano son muy recomendables.
Fuente: cartflor Blog