El Burnout es un síndrome producido por el estrés crónico continuado que se da en el día a día al enfrentarse a la enfermedad de la persona cuidada y que implica tareas monótonas y repetitivas, produciendo en el/la cuidador/a una sensación de falta de control, y pudiendo agotar las reservas psicofísicas de la persona.

Es más habitual en los cuidadores informales, es decir, en los/as familiares cuidadores/as, ya que, entre otros factores influyentes, cuentan con menos formación sobre cómo realizar los cuidados, sobre la enfermedad, etc.

¿Qué síntomas podemos encontrar?

  • Actitudes y sentimientos negativos hacia la persona enferma a la que se cuida. • Desmotivación.
  • Frustración.
  • Depresión/bajo estado de ánimo.
  • Trastornos psicosomáticos como: angustia, alergias, afecciones de piel, cefaleas, lumbalgias, trastornos gástricos e intestinales…
  • Fatiga y agotamiento.
  • Irritabilidad y cambios de humor frecuentes.
  • Despersonalización y deshumanización.
  • Comportamientos estereotipados e ineficiencia a la hora resolver problemas.
  • Agobio continuado sintiendo que la situación le desborda.

Para prevenir el Burnout o síndrome del cuidador o superarlo, los/as cuidadores/as deben recordar que son parte esencial del cuidado, y, por eso mismo, deben atender sus propias necesidades. Cuidándose a sí mismo/a cuidan mejor a su familiar. Un cuidador descansado, con apoyo emocional, ocio, satisfecho… tendrá más energía y utilizará mejor sus recursos físicos y psicológicos para cuidar mejor a la persona dependiente.

Un Servicio de Ayuda a Domicilio, ya sea contratado a nivel privado o solicitando la Ley de dependencia, puede ser una alternativa factible para el relevo de los cuidados de los familiares con dependencia.

¿Qué pautas puede seguir el cuidador?

  • AUTOCUIDARSE
  • Pedir ayuda, recurrir a asociaciones donde contemos con el apoyo de profesionales y de otras personas que estén pasando por la misma situación que nosotros (participar en grupos de ayuda mutua o contratando un Servicio de Ayuda domicilio, como se ha comentado anteriormente).
  • Seguir una dieta equilibrada. • Hacer ejercicio, ya sea sólo/a, con amigos/as o incluso con la persona cuidada.
  • Ser asertivos/as. Saber decir “no” y aprender a dejar de ceder ante la persona cuidada.
  • Dar autonomía a la persona cuidada, que haga todo lo que pueda hacer por sí misma.
  • Descansar. Tomarse unas horas diarias para sí mismo/a. Se puede recurrir a los respiros familiares, en los que los cuidadores dejan de serlo durante unos días para ocuparse de ellos/as mismos/as, ya sea para quedarse en casa o para hacer un viaje con amigos/as u otros/as cuidadores/as y es otra persona la que cuida a la persona enferma.

No hay que olvidar que el cuidado no tiene por qué generar sentimientos negativos; una persona puede sentir satisfacción en su tarea de cuidar a otra persona, conseguir una mayor conexión y complicidad con esa persona, reconocimiento de su labor, etc.

En conclusión, el cuidado de sí mismo/a requiere el mismo esfuerzo que el cuidado de una persona dependiente.

Fuente: artículo de María Dolores Villegas Díaz, Psicóloga y autora delblog http://mariavillegas.es/